Ya tiene su lugar de culto, su casa: la parroquia de la Virgen del Carmen de Tafí del Valle. Allí, a la derecha del altar, sobre una apacheta (altar de piedra) descansa desde ayer la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía. Se trata de una nueva devoción de origen tucumano que llegó a los valles de manos de una humilde originaria. De inmediato la advocación encendió el corazón de los lugareños, que desde que la conocieron, hace diez años, la abrazaron como madre y la honran todos los sábados, en lo alto de un morro conocido como La Mesadita. Ayer, el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Horacio Zecca, bendijo la imagen hecha especialmente para Tucumán y la entronizó en el principal templo de la villa.
El día anterior había nevado. Y aunque el sol se esforzaba por entibiar la mañana, los charcos seguían congelados. Después de las 11 logró arrancar por fin la procesión, muy despacio, solemne pero alegre, al son de bombos, violines y guitarra. Los fieles, pobladores y veraneantes, caminaron desde el cruce de la ruta 307 con la avenida Gobernador Critto, hasta la parroquia del Carmen. Adelante iban el propio arzobispo, el párroco, padre Carlos Carrizo, y el franciscano José Luis Guirado. Todo el escenario estaba coronado por montañas blancas, encendidas aún más por la luz del sol. La imagen de la Virgen se desplazó en todo momento rodeada por cuatro banderas: la argentina, la papal, la de Macha y la de los pueblos originarios (de varios colores). También con ellas fue colocada en su altar de piedras. A su paso, los lugareños la honraban con puñados de arroz, que arrojaban sobre su cabeza, como se hace con los novios cuando salen del altar.
Ayer era la festividad de San Pedro y San Pablo, también día del Papa. Durante el oficio de la misa, monseñor Zecca se refirió al Evangelio del día y al papel de la Virgen María como madre y como guía hacia el centro de Cristo mismo. Luego se instituyó a cinco nuevos ministros de la Eucaristía.
La fiesta concluyó con un almuerzo en el atrio de la iglesia, al que todo el pueblo estaba invitado. Había locro, empanadas y pizza caseras hechas en horno de barro. Como cierre, varios pobladores y artistas locales hicieron gala de sus dotes musicales.
Una historia singular
El origen de la devoción comienza en 2003, cuando se unen varias historias que hasta entonces parecían inconexas. Los protagonistas son: un ministro de la comunión que buscaba exaltar al Señor de la Eucaristía; una devota depositaria de la imagen, sin saberlo; un sacerdote que pide que esa advocación salga a la luz y una originaria de cuyas manos llega la devoción a los valles.
La historia comienza en 1989, en Buenos Aires. María Victoria Herrera de Padrós, recién casada con un tucumano, Esteban Padrós, abría entusiasmada los regalos. Pero hay uno que le llama poderosamente la atención: era una pequeña imagen de María desconocida. “Yo siempre fui devota de la Virgen, pero al ver el manto verde y esas frutas que tenía en sus manos, hasta dudé de que fuera Ella”, cuenta mientras camina en procesión.
Su voz es alegre y emocionada. “ Pasaron 15 años hasta que un jueves 30 de octubre voy con una amiga a ver al padre Jorge Gandur, ya fallecido, para pedirle que nos bendiga unas botellas de agua. Soy madre de cinco varones, así que necesitaba litros para rociar a estos demonios (ríe). El padre no me conocía. Me mira y me dice ‘¿Usted pinta vírgenes?’ ‘No’, le contesto. ‘Pero usted tiene una imagen de la Virgen en su dormitorio, ¿no es verdad?’ Si, padre, tengo una de San Nicolás, otra de la Paz ... ‘No, no’, me interrumpe. ‘Usted tiene otra guardada’. ‘ Yo me había olvidado de esa imagen que ni siquiera creía que fuera la Virgen. ‘Búsquela, está en su dormitorio. Está olvidada’, insistió. Cerró los ojos y dijo: ‘usted hoy pensó en esa imagen’. Y ahí me acorde, que si lo había hecho al ver otras imágenes en la casa de una amiga. ¡Pero fue un flash! Corrí a casa a buscarla. Al día siguiente volví con dos imágenes, por las dudas, una de San Nicolás y la del manto verde. El padre estaba oficiando misa en la capilla de San Antonio, y al ver la imagen dijo rápidamente: es esta”, relata la devota.
Desde entonces comenzaron a sucederse una serie de hechos en cadena, como si todo hubiese sido planificado de manera exacta. El padre Gandur le explicó el significado de la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía: “las uvas que tiene en las manos simbolizan el fruto de la vid, el vino, que es la sangre de Cristo, y el niño en los brazos de María, el cuerpo de Cristo. Está muy relacionado con lo que ocurre en Salta (la devoción de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús)”.
La historia de María Victoria se engarza con la de Aída Aguilera. Ella es originaria de Las Tacanas. Cuando la familia de María Victoria hace su casa allí, contrata a Aída para que la ayude en las tareas domésticas. Un día su patrona la encuentra a Aída arrodillada frente a la imagen de la Virgen. Entonces decidió regalarle una imagen y le propone que aprenda a hacerlas para propagar la devoción.
“Cuando fui a ver al padre Carrizo para que me bendijera las imágenes que me había regalado la señora Vicky, el sacerdote me preguntó qué devoción era porque no la conocía. A los tres días, vino a mi casa con un ministro de la Comunión que quería propagar la devoción al Señor de la Eucaristía. El padre le explicó que siempre viene la Virgen antes que el Señor a preparar el camino. Él estaba muy emocionado y es él quien organizó esta maravillosa fiesta”, dijo agradecida.